Desde su fundación por los griegos hace 2600 años, la ciudad más antigua de Francia ha servido como punto de conexión con el mundo. El Vieux-Port ha sido testigo de esta herencia y sigue concentrando la vida local. La ciudad focense nació aquí y aquí vive. Entre yates de lujo y pintorescos veleros, se vende pescado en subasta mientras la gente charla o disfruta de una copa en las terrazas de cafeterías y bares. No deje de cruzar el puerto en el famoso ferry y reserve uno de los barcos a las islas del Frioul y al Chateau d’If.