Berlín, la capital moderna y alternativa de Alemania, es la presentación perfecta del país. Esta ciudad cosmopolita es símbolo de la reunificación del este y el oeste y se ha convertido en hogar de muchos artistas europeos que la han dotado de una sensación única de libertad y de energía creativa. A los pies del Fernsehturm, en las tiendas de diseño, los locales alternativos creativos, los clubes de música electrónica y los restaurantes exóticos, el espíritu de Berlín rebosa vida con su alegría improvisada y su esplendor sin inhibiciones.
Sin embargo, este amplio país en el corazón de Europa es mucho más que su icónica capital o su poder económico. Probablemente los visitantes no estén tan familiarizados con su ecléctica mezcla de ciudades y pueblos. Múnich, ultraeuropea y romántica, rebosa teatros. Más al oeste, Colonia presume de una catedral impresionante, el monumento más visitado del país, así como de un famoso carnaval. Su vecina, Düsseldorf, es la capital alemana del estilo. En el norte, Bremen añade un toque de sofisticación e innovación a la cocina alemana, que muy a menudo se reduce a carnes preparadas. También merece la pena visitar el castillo gótico-renacentista de Heidelberg, la antigua ciudad medieval de Lubeca, el corazón del puerto y los canales de Hamburgo o las orillas del Elba, en Dresde. Entre estas joyas urbanas, hay todo un caleidoscopio de preciosos paisajes. El exuberante valle del Rin, la cadena montañosa de Harz en la Baja Sajonia, las islas Frisias, un baño en las aguas heladas del mar del Norte, los lagos formados en los cráteres de Eifel, los rocosos Alpes Bávaros y la Selva Negra son solo parte de los tesoros naturales en los que practicar actividades deportivas o darse un baño nórdico. Sin duda, Alemania está llena de sorpresas.
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