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Presenta
Korea
Entre Japón, China y Rusia, Corea se erige como un gran caleidoscopio. Por un lado, está el K-pop y la melodía urbana del «Gangnam Style» con su estilo vanguardista y chispeante. Por el otro, la «tierra de la calma matutina», con sus miles de colinas, islas y cascadas, es un país de misterio y naturaleza impulsiva.
Casi el 70 % de esta península asiática está formado por montañas, la mayoría cubiertas por frondosos bosques y salpicada de profundos valles, todo rodeado de costa salvaje y escarpada, donde rompe el mar Amarillo al oeste y el mar de Japón al este. Su imponente costa también alberga playas idílicas como las de Jejudo, la «isla de los dioses», en el sur. Corea del Sur posee paisajes espectaculares, de los campos de ginseng en el centro a las montañas rocosas de Taebaek en el noreste, pasando por la tierra volcánica del sur. El país es un himno a la naturaleza con lugares como el parque nacional Seoraksan en la provincia de Gangwon, al noroeste de Seúl, la capital. Seúl es una ciudad de contrastes, al igual que el resto del país. Corea es una tierra de armonía en la que ciudades ultramodernas han conseguido mantener un fascinante patrimonio cultural. Por ejemplo, Seúl y Busan, una gran ciudad portuaria en el sur, se muestran orgullosas de su pasado militar y están plagadas de palacios, templos y jardines secretos. Corea del Sur sigue marcada por su historia más reciente. La famosa zona desmilitarizada, creada en 1953, una estrecha franja tierra de nadie de 4 km de ancho y 250 km de largo, es una cicatriz anacrónica del conflicto que separa las Coreas del Norte y del Sur.