Tailandia

El sur del país es fascinante, con sus idílicas islas y playas de arena blanca, aguas cristalinas y espectaculares formaciones rocosas. Las islas de Ko Lanta, Ko Lipe o Ko Phi Phi (famosa por la película La playa protagonizada por Leonardo DiCaprio) ofrecen el escenario perfecto para una escapada relajante. Más al este, Ko Tao, con su arrecife de coral e impresionante vida marina, es un paraíso para submarinistas. La menos conocida región del norte bien vale la pena una visita, con sus templos budistas, vetustas capitales reales, minorías étnicas, montañas y bosques omnipresentes. Chiang Mai, la emblemática ciudad de esta región tailandesa, es hogar de innumerables tradiciones, como Yi Peng y Loi Krathong, dos centelleantes festivales de linternas de papel.

 

Y luego está Bangkok, la capital. Esta megaciudad inmensa y ultramoderna aloja a un 10 % del total de la población del país. Un lugar cosmopolita, con distritos chinos e indios, además de impresionantes centros comerciales de estilo occidental, Bangkok se las arregla para combinar rascacielos exorbitantes con templos antiguos de tejados dorados, pintorescos khlongs (canales) y mercados de flores.

 

Desde los exuberantemente verdes arrozales hasta Bangkok, y desde las islas hasta las montañas del norte, los tailandeses coinciden en su manera de ver la hospitalidad, un aspecto esencial de una identidad pulida por el arte y el budismo a lo largo de los siglos. No en vano, Tailandia se ha ganado el sobrenombre de la «tierra de la eterna sonrisa». Por último, pero no menos importante, merece la pena viajar allí solo por probar la gastronomía tailandesa. Desde restaurantes de moda hasta mercados flotantes, con una breve parada en un puesto de fabulosa comida callejera, sin duda, sus aromas y sabores harán de su viaje una aventura inolvidable.